Reviviendo la historia de Última Esperanza
Columna de opinión de Joaquín Carmona, Administrador General, Parque Bahía Esperanza.
La historia se remonta al Siglo XVI, cuando en 1557 la expedición marítima comandada por el capitán español Juan Ladrillero intentó llegar al Estrecho de Magallanes atravesando desde el Océano Pacífico en la nave San Luis. Su objetivo era tomar posesión del estrecho en nombre del Rey de España, el virrey de Perú y el gobernador de Chile.
En 1557, miembros de la expedición marítima del Capitán español, Juan Ladrillero, intentaron llegar al Estrecho de Magallanes atravesando desde el Océano Pacífico. Si bien creían que la hazaña sería más fácil -ya que en 1520 Hernando de Magallanes cruzó por el estrecho, pero en otra dirección (Atlántico-Pacífico)- no les resultó de tal forma, porque los exploradores no contemplaron las dificultades que les traería la geografía del lugar: un territorio característico por sus infinitos fiordos y bahías, los que eventualmente imposibilitaron el fácil cruce por el estrecho de Magallanes, en dirección Pacífico – Atlántico.
Tras muchos intentos frustrados, el Capitán Juan Ladrillero, fue depositando su última esperanza en encontrar una forma de cruzar el estrecho, objetivo que pudo lograr finalmente en 1558. (Cabe destacar que no es Ladrillero quien bautiza el fiordo Última Esperanza, sino que la expedición británica de Skyring y Kirke en 1829, con el nombre en inglés “Last Hope”, en honor a la expedición de Ladrillero).
En honor a los pioneros y experimentados navegantes, que se adentraron a estos fiordos patagónicos buscando un nuevo paso al Atlántico, decidimos dar vida al Monumento Última Esperanza. Este representa la proa de un barco de madera para emular la vista de quienes se aventuraron por estos parajes, enfrentando viento, frío y lluvia, elementos que recibirán en el monumento a los visitantes de Parque Bahía Esperanza.
El Monumento Última Esperanza presentó un gran desafío para su construcción: por encontrarse en un lugar remoto de difícil acceso, por la topografía y clima extremo de su ubicación, y por estar inserto en un cerro enfrentando un fiordo magallánico. Durante cuatro meses, el equipo estuvo expuesto al fuerte viento característico de la zona, erigiendo una construcción de 5 pisos de alto que tuviese una escala propia de la magnitud del paisaje local.
El diseño fue concebido como una interpretación de la construcción de entramados en madera de la región. Se combinaron técnicas de carpintería tradicionales y la utilización de Lenga magallánica con una precisa estructura prefabricada en madera laminada que pudiera dar una geometría de bote. Existió un cuidadoso proceso de diseño para crear piezas menores que pudiesen ser transportadas por los senderos del parque y manipuladas a fuerza humana, sin maquinaria, andamios ni grúas. Para intervenir lo menos posible el terreno, se utilizaron Ecopilotes, tornillos de fundación que se insertan puntualmente en la tierra. Una vez atornillados al suelo, se fueron montando las piezas piso a piso, permitiendo llegar de a poco a la altura de 12 metros. El viento presentó el mayor esfuerzo al cual la estructura debía resistir, por lo que numerosas diagonales “amarran” el mirador entre sí y al cerro para aguantar ráfagas de 200 km/h. Como terminación, tablas de Lenga revisten la estructura y cubierta, con una madera propia de la identidad constructiva del lugar y que resiste el paso del tiempo.
El resultado es un gran mirador que busca llevar a los visitantes a una experiencia de exposición a los elementos, simulando estar navegando en un barco que da escala al paisaje y permite experimentar Parque Bahía Esperanza desde otra perspectiva.
Más información en www.parquebahiaesperanza.com